lunes, 18 de agosto de 2008

INTRODUCCIÓN

La medicina ha existido como una profesión misteriosa desde los mismos orígenes de la civilización, pero a pesar del progreso en el conocimiento de la Anatomía y la fisiología, tanto en la época antigua como en la moderna, el medico poca cosa mas podía hacer que aliviar el dolor, mitigar la ansiedad de los pacientes y predecir con mayor o menor exactitud los progresos de la enfermedad. Como los seres humanos se recuperan de un modo natural de muchas enfermedades, los cuidados prestados por el medico eran retribuidos. El formidable aparato de drogas que integraba la farmacopea se había compilado parcialmente a partir de las sustancias simples de la medicina antigua, basada en una mezcla de magia y medicina popular, y en parte de las drogas metálicas de efectos más violentos introducidas por Paracelso en el renacimiento. Casi todas ellas eran inútiles.

Aquí y allá, por ejemplo, con el empleo de la química para la malaria y de la vacuna contra la viruela se habían descubierto algunas pocas medidas preventivas especificas que habían tenido éxito en virtud de afortunados accidentes, pero la falta de una experimentación o de una teoría adecuada hacia imposible su generalización.

Los descubrimientos se suscitaron inicialmente de la aplicación de la química a las antiguas industrias biológicas de la fabricación de cerveza y elaboración de vino, cosa que permitió entender por primera vez que algunas enfermedades mortales, como carbunco, la hidrofobia, el cólera y la peste, son el resultado de la invasión del cuerpo por organismos vivos que provienen del exterior, revelando incluso de prevenir el contagio. A partir de entonces, y al menos en principio, estaba abierto el camino para el dominio de la enfermedad.

Durante mucho tiempo la medicina fue solamente empírica: se diagnosticaba por los síntomas y se aliviaba el dolor aunque no se curase la dolencia o la enfermedad. Hasta el siglo pasado toda la medicina era la clínica médica.

En nuestro siglo, irrumpen en el campo medico las biotecnologías que aplican las nuevas técnicas al progreso de paciencia y a las practicas experimentales, profundizando el estudio de las etiologías, precisando los diagnósticos y aconsejando las terapias apropiadas a las más diversas enfermedades, especialmente los tratamientos medicamentosos y quirúrgicos. La practica de la medicina que es la ciencia y el arte de curar a los los enfermos y preservar su salud, significa para el profesional, el deber de desplegar una actividad técnicamente perfecta y someterse a la disciplina ética propia de su profesión.

Las cuestiones que abarca hoy la investigación científica en el campo de la teoría y practica de asistencia de pacientes mediante el uso de una avanzada tecnología, demuestran que la ética medica de hoy excede las normas de la deontología contenida en los códigos de Ética profesional cuyo incumplimiento conduce a los infractores ante tribunales respectivos integrados por sus pares.

El presente siglo XX estuvo caracterizado por grandes progresos de la ciencia médica desde los tiempos de Hipócrates, tratando de llegar a los orígenes de la vida misma, investigando los misterios de las enfermedades funcionales y corporales, los mecanismos metabólicos, escrutando las cavidades más íntimas del organismo, sintetizando varias substancias para contrarrestar los efectos letales de las enfermedades, creando la célula viva en el laboratorio, reemplazando órganos vitales (riñón, corazón, pulmón) con la cirugía, practicando la vídeo cirugía de invasión mínima. Para llegar a este objetivo tuvo que asociarse con otras ciencias como la física que le ofrece sus equipos electrónicos, la bioquímica para los métodos de diagnóstico, la sociología y la antropología para el estudio de las enfermedades del hombre en su medio o hábitat.

Así, el curandero arcaico dio paso respectivamente a la medicina primitiva, medieval, renacentista, del barroco, de la ilustración, la contemporánea, la atómica para ingresar a la cibernética y ve tú a saber que otras cosas nos esperan en el futuro.

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